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cuando esperamos saber,
y siglos cuando sabemos
lo que se puede aprender.

Antonio Machado (1875-1939) Poeta y prosista español.

martes, 19 de mayo de 2015

POESÍAS

Como estamos  conociendo y trabajando las poesías aquí os dejo unas cuantas para que disfrutéis con ellas.

UN LORO, UN MORO, UN MICO Y UN SEÑOR DE PUERTO RICO





Anónimo

Un señor de Puerto Rico
colgó en su balcón un loro
de rica pluma y buen pico,
un loro que era un tesoro
y a su amo costó un pico.

Un vecino suyo, moro
de Tetuán recibió un mico.
Y a este mico, lo ató el moro
en su balcón ante el loro,
que así quedó frente al mico.

Tanto y tanto charla el loro,
que un día se enfada el mico,
y con la furia de un toro
lo embiste; se esconde el loro,
rompe la cadena el mico,

salta a la jaula del loro,
sale el loro, pica al mico
chilla el mico, grita el loro,
Se asoman, al ruido, el moro
y el señor de Puerto Rico.

«¿Por qué no encierra a su loro?»
«¿Por qué no ata bien su mico?»
exclaman los dos, a coro.
Y uno le echa mano al loro
y el otro tira del mico.

Cae el mico sobre el loro,
el loro le clava el pico,
los dientes rechina el mico
y, asustado, muerde al loro
y al señor de Puerto Rico.

Este reniega del loro
y jura matar al mico,
mientras furibundo, el moro,
provoca al amo del loro
y embiste al loro y al mico.

Hacia arriba vuela el loro,
se escurre hacia abajo el mico,
y, faltando al decoro,
caen, agarrados, el moro
y el señor de Puerto Rico.

«¡Ay, moro, si pierdo al loro!»,
exclama el de Puerto Rico,
y airado replica el moro:
«¡Pagará caro tu loro,
cristiano, si pierdo el mico!»

Les imita arriba, el loro,
muecas hace, abajo, el mico,
y no se sabe si el moro
es quien habla, o si es el loro,
o el señor de Puerto Rico.

Crece el trajín: vuela el loro,
y va a caer sobre el mico...
Furioso el de Puerto Rico
viendo en peligro su loro
quiere ahora matar al mico.

Le da un empujón al moro;
le dispara un tiro al mico,
yerra el tiro y mata al loro;
se desmaya; ríe el moro,
y corre en busca del mico.

Risueño regresa el moro
con el loro y con el mico:
riendo del de Puerto Rico
le envía, muerto, al loro
y una carta con el mico.

Dice: «Seis onzas de oro
por atentar contra el mico
a un cristiano reclama un moro;
guarde disecado el loro;
... pero págueme ese pico».

Viendo esto el amo del loro
mata al mico, mata al moro...
Muertos moro, mico y loro
se embarca... y ¡a Puerto Rico!

EL PERRO VIEJO

Félix Villota Zapatero

Hay quien dice que es historia
y hay quien afirma que es cuento,
cuento o historia yo estimo
que es un saludable ejemplo.
Señores, este era un hombre
aficionado en extremo
a la caza, que tenía
en gran estima a su perro.
Y razón tenía el hombre
para estimarlo y quererlo
porque el perro era notable
como listo y como bueno.
Algunos grandes señores
entusiasmados con su mérito
hicieron proposiciones
ventajosas a su dueño.
Pero éste que le tenía
también en muy alto precio,
no quiso venderlo nunca
por mucho que le ofrecieron.
Fueron pasando los años
y como el pícaro tiempo
no perdona en sus rigores
ni a los hombres ni a los perros.
Juan que se llamaba el hombre,
Canelo que era el perro,
se fueron quedando torpes,
delicados y viejos.
¡Qué demontres! exclamaba Juan
con humos muy negros,
ahora que me hace más falta
es cuando me sirve menos.
Ya tiene menos olfato
y se encuentra medio ciego;
en cuanto corre unas horas
vuelve a casa medio muerto.
Ya ni poco ni mucho,
hacía en el cazadero.
Juan decidió deshacerse
de aquel animal molesto
sin recordar los servicios
que le prestó en otros tiempos.
Pero no encontrando nadie
que quisiera un perro enfermo,
decidió resueltamente
matarle por cualquier medio.
Pensó primero ponerle
en la comida un veneno,
pero pensó que serían
muy grandes los sufrimientos.
¡Darle un tiro! No tenía valor
para hacerle fuego.
Y dando vueltas a su plan
forma un proyecto:
llevarle al mar en un bote
y echarle al fondo. En efecto,
hizo lo que se propuso,
pero le ató mal al cuello;
la piedra se cae al fondo
y queda nadando el perro.
Juan al ver que se venía
nadando el pobre a su encuentro
se puso desesperado
y por la cólera ciego.
Trató de hundirle atontándole
a trastazos con el remo
no acertándole en la cabeza
y no dándole muy recio,
pues siempre al lado del bote
seguía el pobre Canelo.
Redobló el hombre su furia,
sacudió en tal esfuerzo,
que perdiendo el equilibrio
cae al agua y, al momento,
el perro viene nadando
para salvar a su dueño.
(Nuestro agradecimiento a Guillermo Montalt por su colaboración desde Bruselas)

MI GATICO VINAGRITO


Teresita Fernández

Vinagrito es un gatico
que parece de algodón,
es un gato limpiecito,
relamido y juguetón.
Le gustan las sardinas
y es amigo del ratón,
es un gato muy sociable,
mi gatico de algodón.

Yo le puse Vinagrito,
por estar feo y flaquito,
pero tanto lo cuidé,
que parece Vinagrito,
un gatico de papel .
Miau, miau, miau, miau,
con cascabel.

Estaba en un cartucho,
cuando yo lo recogí,
chiquitico y muerto de hambre,
botado por ahí.
Le di un plato de leche
y se puso tan feliz,
que metía los bigotes,
las patas y la nariz.

Yo le puse Vinagrito,
por estar feo y flaquito,
pero tanto lo cuidé,
que parece Vinagrito,
un gatico de papel .
Miau, miau, miau, miau,
con cascabel.

No se va para el tejado
porque no sabe subir,
y sentado en la ventana
mira la Luna salir.
La Luna es un queso
que vive en un mar de añil,
y mi gato se pregunta
si habrá sardinas allí.

Yo le puse Vinagrito,
por estar feo y flaquito,
pero tanto lo cuidé,
que parece Vinagrito,
un gatico de papel .
Miau, miau, miau, miau,
con cascabel.

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